Aristeo Pedroza Rosaless

Nació el 1 de septiembre de 1900 en Tuxpan, Jalisco. en la casa número 10 de la calle Aldama, ahora calle obregón número 45. Hijo de Aristeo Pedroza Munguía y Maura Rosales Villalobos, fue bautizado 3 de septiembre del mismo año en la Parroquia de San Juan Bautista. Por el Señor Cura don Abraham García Mendoza, siendo sus padrinos sus abuelos paternos don Benito Pedroza Silva y doña María Salome Munguía Figueroa.

Siendo muy niño quedó huérfano de padres, su madre falleció a los dos meses de nacido, el 5 de noviembre a la edad de 22 años, probablemente a consecuencia del parto. Su padre falleció al año siguiente en agosto de 1901 a la edad de 29 años. Por lo que se hicieron cargo de él sus abuelos paternos y los hijos de estos: Miguel, Isaura, Lucrecia, Anastasia y Graciana. Su educación primaria la recibió en la Escuela Oficial de Tuxpan, siendo uno de sus profesores el ameritado zacatecano Don J. Pilar Quijas Calderón quien llegó a Tuxpan en 1893 y gran precursor de la educación en esta población.

Su abuela era muy docta en la fe cristiana por lo que el joven Aristeo a muy temprana edad comenzó a interesarse en esta. Ingresando al Seminario de Ciudad Guzmán, Jalisco el 2 de noviembre de 1911. En 1914 interrumpe sus estudios por ser un año crítico para el seminario, esto debido a que dos ejércitos carrancistas toman las instalaciones del mismo y lo convirtieron en cuartel, como consecuencia generan grandes destrozos en el mismo ocasionando que en junio de ese año se clausurara el ciclo escolar. Propiciando con ello, que alumnos y maestros se dispersen y regresen a sus hogares. Aristeo reanudó sus estudios en 1917, esto gracias al empeño del señor presbítero e ilustre poeta don Antonio Ochoa Mendoza. Por cierto, de padres tuxpanenses, que para ese entonces era el rector del mencionado Seminario y que a costa de grandes sacrificios logró rehacer lo destruido por los revolucionarios.

El 12 de diciembre de 1917 llegó a Tuxpan como Vicario cooperador del Señor Cura don Abraham García Mendoza, el joven presbítero don Fernando Vargas Villalobos quien tenía poco de haber sido ordenado, era muy inquieto y dinámico, no solo se preocupaba por la educación religiosa y superación espiritual, sino también por elevar el nivel cultural y educativo de la población. Por lo que decide fundar una imprenta para editar un periódico, el cual se titulaba “El Azteca”. A consecuencia de ello comienza a enseñar a algunos jóvenes de la comunidad en el arte tipográfico, tiempo después servirían como sus asistentes, entre los que sobresale nuestro biografiado Aristeo Pedroza y también el joven Leobardo Viera Contreras, quien años después se convertiría en el sexto Obispo de la diócesis de Colima y en el primer Obispo de la diócesis de Ciudad Guzmán.

En marzo de 1920 fallece en Ciudad Guzmán su abuela que lo había criado Doña Salomé Munguía. En el mes de junio de ese mismo año, recibió la primera Tonsura y órdenes menores. Para en noviembre pasa al Seminario Mayor de la ciudad de Guadalajara. El 4 de marzo de 1923 recibió el sub diaconado y el 17 del mismo mes el diaconado.

El 5 de agosto de 1923 es ordenado sacerdote por el ilustre señor Arzobispo de Guadalajara don Francisco Orozco Jiménez, dicha ceremonia tuvo lugar en la Catedral de la ciudad de Guadalajara. Para el día 15 de agosto del mismo año hace su Canta Misa a los pies del Señor del Perdón. Su primer destino como sacerdote fue a la Parroquia de Ayotlán, Jalisco, como Vicario cooperador. Segundo destino fue la parroquia de San Francisco de Chapala, Jalisco, en 1925 de igual forma como Vicario. Su tercer destino como Vicario cooperador fue al Templo Parroquial de Santa Mónica de la Barca, Jalisco, en 1926. Su cuarto destino en 1927 también como Vicario cooperador la Parroquia de Nuestra Señora de la Soledad de San Agustín de Ayotlán, Jalisco. En ese año tomó las armas en defensa de la libertad religiosa de los mexicanos, provocada por la sanguinaria y brutal persecución religiosa decretada por el entonces Presidente de la República Plutarco Elías Calles, un anticlerical por excelencia. De esta forma se unió a los rebeldes que defendían su fe, los cuales eran llamados “Cristeros”. En 1928, el general Enrique Gorostieta lo nombró jefe de operaciones militares de la región de Los Altos, en donde junto a Victoriano Ramírez “El Catorce” libró importantes batallas en contra de los Callistas. El martes 2 de julio de 1929 muy de mañana, una fracción de 20 hombres perteneciente al 77 regimiento de caballería, salió de Arandas, Jalisco, con rumbo a la hacienda de la Lonja a recoger forrajes. En su trayecto se encontraron los militares a una partida como de 20 hombres, que al ver a las tropas del gobierno abrieron el fuego, por lo que tuvieron la necesidad de abatirla. Cayendo herido el presbítero Aristeo Pedroza, quien era el que comandaba al grupo. Se dice que el caballo que montaba el presbítero fue muerto durante el tiroteo, lo que ocasionó que su jinete no pudiera escapar, la herida que el Aristeo recibió en el tiroteo estaba situada a 10 cm abajo del hombro derecho. Inmediatamente fue llevado hecho prisionero a la cercana población de Atotonilco el Alto, en donde le fue comunicado al señor General Rodríguez lo que había ocurrido en el camino a la Lonja. El miércoles 3 de julio se le formó un consejo de guerra extraordinario que lo condenaría a muerte. Las órdenes fueron giradas por la Secretaría de Guerra y Marina. Siendo a las 6 de la mañana del 4 julio fusilado en el poblado de Arandas. El Pbro. Aristeo confesó que tomó la carrera de las armas sin la intención de contrariar las disposiciones de la iglesia respecto al Estado y las obligaciones de los clérigos, sino porque se vio obligado a ello por las circunstancias que lo rodearon, para lo cual pidió perdón si con sus hechos hizo el mal. Sus restos mortuorios actualmente descansan en la Parroquia de San José obrero de la población alteña de Arandas, Jalisco.

Se cuenta que Aristeo Pedroza era un hombre de extraordinario valor y temerario, inflexible en sus órdenes y de sangre fría. Entre sus acciones más conocidas y puestas a debate por algunos historiadores se encuentran primero, la de haber participado en el asalto e incendio del tren de Guadalajara, también la de haber traicionado y pasado por las armas a su compañero de batallas Victoriano Ramírez "El Catorce". Debido a estas acciones y a que sus manos sí estaban manchadas de sangre fue por lo que en ningún momento se contempló ponerlo en la lista de los sacerdotes considerados para la beatificación y canonización como mártires cristeros, que murieron defendiendo su fe.

Mendoza, Sánchez Victor Manuel. (Junio 2023). Monografía de Tuxpan, Jalisco. Tuxpan, Jal. Inédito.